Descubre a continuación cuáles son algunos de los riesgos que corres a corto y largo plazo cuando te saltas el desayuno.
Lo que comes al despertar es lo que termina con el periodo de ayuno que tienes mientras duermes, de ahí que a la acción de ingerir los primeros alimentos del día se le llame desayunar (des-ayunar), pero ¿sabes qué pasa cuando no lo haces?, a continuación te platicamos; ¡sigue leyendo!
Cuando tu cuerpo experimenta un ayuno que se prolonga por varias horas, se prepara porque supone que en un largo tiempo no va a recibir alimentos, busca entre sus reservas de donde toma lo necesario para sobrevivir y continuar con sus funciones, acción que a corto plazo es resuelta, pero con consecuencias graves para tu salud.
No desayunar puede provocarte obesidad.
Tu organismo no sabe por qué no desayunaste y tampoco si será una constante, así que su función natural es tratar de cuidarse, por tal motivo, en la primera comida que recibe después del ayuno prolongado guarda reservas de grasa, lo que incrementa la posibilidad de que subas de peso.
El hambre que experimentas cuando desayunas es muy diferente que cuando ayunas, por eso muchas veces te excedes a la hora de la comida y, no precisamente de forma consciente, crece la probabilidad de que ingieras productos poco saludables, con más grasa y azúcar. Todos estos factores influyen en el aumento de tu índice de colesterol malo y glucosa.
Cuando no desayunas estás irritable.
Al hacer un ayuno prolongado, tu cuerpo consumirá la glucosa que tu cerebro necesita, ocasionando que este no trabaje de forma correcta, afecte tu concentración y disminuya productividad.
Pasar varias horas sin desayuno también te puede generar dolor de cabeza, ansiedad, estrés y mal humor.
Cuando te saltas el desayuno puedes experimentar nauseas.
Cuando ayunas, tu glucosa disminuye, al no ingerir alimentos no se repone y puedes experimentar cansancio, temblores y adormecimiento en el cuerpo; si la glucosa continúa bajando, hay probabilidades de que aparezcan otros síntomas más complejos como dificultad para caminar, palidez, visión borrosa, náuseas y sudoración.
Procura hacerte exámenes de forma regular.
Desayunar es benéfico para que tus niveles de azúcar en la sangre se mantengan estables, los cuales deben ser entre los 70 y 100 mg/dl en ayunas y menores a 140 mg/dl 2 h después de cada comida; cuando el indicador marca entre 100 y 125 mg/dl en ayunas acude con tu médico.
Desayuna para evitar problemas del corazón.
Un estudio realizado en Estados Unidos concluyó que quienes se saltan el desayuno tienen mayor posibilidad de sufrir una cardiopatía coronaria, también llamada arteriosclerosis. Esta enfermedad es provocada por la acumulación de placa en las arterias que llevan oxígeno y sangre al corazón, lo que ocasiona que se hagan más estrechas y en consecuencia el flujo de sangre sea menor o nulo.
Integra todos los grupos de alimentos en tu desayuno.
Tu primera comida después del ayuno te debe proporcionar proteínas, grasas e hidratos de carbono para que sea nutritiva y te llene de energía para realizar todas tus tareas del día.
25 % de cereales, leguminosas y tubérculos: aportan fibra, hidratos de carbono y energía.
20 % de frutas: te dan fibra, minerales y vitaminas; elige las que sean más ricas en fibras y bajas en azúcares.
30 % de verduras: buena fuente de minerales, fitoquímicos, vitaminas y fibra, tienen pocas calorías.
25 % de productos de origen animal: son fuente de proteína; consume los que aportan menos grasas saturadas.
Ahora que ya sabes por qué es tan importante la primera comida del día, empieza tu jornada desayunando sanamente, ¿tienes alguna sugerencia? Comparte con nosotros lo que acostumbras desayunar.
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